23 feb 2015

Cruzando las Fronteras

Desde Cabo Haitiano varias compañías de guaguas hacen el trayecto hasta Santiago (1.200g.), en República Dominicana.
Utilicé Caribe Tours por su buen servicio y modernas guaguas. Compré el boleto de viaje el día anterior y cuando me presenté a la 7:30, media hora antes de la salida, entregué mi pasaporte y 20$. Sus empleados se encargarían de todo el proceso burocrático en ambas oficinas de las fronteras. Un bocadillo caliente, un zumo y una botella pequeña de agua compone el pack de bienvenida al vehículo.
Me dio mucha pena abandonar Haiti pero el precio de sus hoteles es un irremediable billete de salida del país para cualquier mochilero que quiera estar largo tiempo visitándolo. 
A través de las ventanillas se iban quedando atrás imágenes del caos circulatorio, de sus calles llena de gentío, de sucios puestos ambulantes, de edificios en estado precario...
La guagua, muy cómoda y bien refrigerada, llegó a Ouanaminthe (la frontera haitiana) por la Route Nationale 6 en menos de dos horas. Sólo tuvimos que bajar una vez para mostrar nuestras pertenencias al entrar en Dajabón (Rep. Dominicana).
Una vez pasada esta frontera observo el primer choque paisajístico: la llamativa diferencia principalmente en las casas -casi todas bien encaladas y pintadas- y en la escasa basura tirada por los arcenes de la vía pública.
La segunda ciudad que atravesamos fue MonteCristi, (repoblada inicialmente por familias canarias en 1533) cerca de la Cordillera Septentrional la cual influye, debido a su orografía, en la climatología de la zona, con muy poca lluvia y temperaturas más altas, lo que ocasiona un clima semi-árido, agreste y caluroso. La vegetación más característica son plantas xerófilas. El paisaje es bastante seco como lo es el aire también. El Cambrón, un árbol originario de África se da mucho en esta parte de la isla, y es el que más se tala para hacer carbón. 
A lo largo de la Autopista Duarte el paisaje es cambiante. Los bosques de cactus y arboles espinosos son particularmente las principales escenas rurales, aunque en ocasiones se observan terrenos con mucha vegetación. Las enormes plantaciones aparecen en mayor escala, evidenciado por la gran cantidad de maquinaria agrícola y la amplitud de terrenos. El cultivo de arroz domina el paisaje, hay plantaciones de caña de azúcar, tabaco, bananas y otros frutos, y donde no hay canales de riego, serán los cactus o las plantas de madera dura. Y finalmente se entra en zonas extensamente verdes. 
La primera de las estaciones de guaguas de C.T. de las dos que dispone Santiago más cercana abarrio colonial, lugar donde me quiero quedar, se encuentra entre las avdas. 7 de Febrero y Las Américas. Al no encontrar Moto-Concho (Moto-Taxi) alguno en la estación, no tuve otra elección que coger uno de los taxis (150P) que allí esperan a los pasajeros.
Me he quedado en el hotel Colonial (655P), donde se concentran algunos hoteles económicos (se hospedan muchos haitianos), las sucursales de las principales tiendas de moda, comercios populares, supermercados, restaurantes, entidades financieras del país y varios pequeños Centros Comerciales.
Santiago de los 30 Caballeros a jugado un papel importante en la historia dominicana. Su emplazamiento en el corazón del rico y fértil valle del Cibao, elegido por Cristobal Colón en 1504, recibió mas tarde una primera colonia de cultivadores canarios que terminaron por instalarse definitivamente en su original emplazamiento a 6kms. de la actual ubicación, compuesto por Treinta Caballeros, confiriéndole una importancia económica capital: gran producción agrícola de café y caña de azúcar, explotaciones mineras, forestal y crianza de bovinos. 
Hoy día es una ciudad próspera, con más de 500.000 habitantes, que acoge a muchísimos haitianos para los trabajos de campo. Se les ve también vendiendo de todo por las calles santiagueras, y precisamente junto a la esquina del hotel Colonial se encuentra un mercadillo haitiano donde se apiñan un centenar de ellos buscándose la vida. 
La temperatura estos días no ha superado los 30º, y no varía mucho debido a que los vientos alisios tropicales ayudan a mitigar el calor y la humedad, haciendo que las condiciones de nublado persistan durante gran parte del año. Diciembre y enero son los meses más fríos (julio y agosto, los más calientes).
Esta segunda ciudad más importante del país, resulta interesante, goza de mucha actividad comercial durante todo el día, donde destacan muchos negocios chinos, los vendedores ambulantes apostados en medio de las aceras que gritan sus productos y los taxis compartidos que no dejan de claxonar en busca de pasajeros.
Si la arquitectura civil de una ciudad revela la riqueza de una cultura, aquí la época victoriana legó numerosas residencias de ese elegante estilo en el centro de la ciudad observándose también un Neoclasicismo europeo en algunas edificaciones como el Palacio Consistorial (1895). Aún quedan bastantes edificios de este estilo, muchos de ellos bien conservados que le da un atractivo encanto a esta parte de la ciudad, que me ha gustado en líneas generales, principalmente por lo sencillo que me ha resultado pasearme a través de ella.
Como punto de referencia para no perder la ubicación he tenido al Monumento a los Héroes (1944), una edificación cubierta principalmente de mármol con una torre de 70mts. de altura, ubicada en la cima de una colina en la parte E de la ciudad y que es visible desde casi cualquier punto de la misma.
Aquí los puestos de comida callejeros se caracterizan por los fritangos: empanadillas, tostones, pasteles de hojas de yuca, quipés, bolas de mandioca, salchichas, fruto del pan frito, pollo..., y son los restaurantes locales (Pica-Pollo), regentados por chinos, los que sirven las principales comidas rápidas en Santiago.
A los restaurantes de más calidad, con precios europeos, acude la clase más pudiente -que hay mucha- y están situados en otros puntos de la ciudad, como los alrededores de la avda. las Carreras o de la plaza de los Héroes de la Restauración.
El transporte es económico, principalmente el taxi colectivo (carros públicos) y las guaguas de líneas que siguen un trayecto predeterminado. No hay muchos Motoconchos (como en Haiti) y hay que buscarlos en ciertas esquinas donde están detenidos. Los taxis, cuando se viaja solo, no son baratos.
Santiago, atravesada por el río Yaque del Norte, es catalogada como "Ciudad Corazón" por su céntrica situación geográfica (Valle del Cibao), es centro industrial y agrícola, de gastronomía, del carnaval, del merengue típico y ciudad universitaria. También es el centro de la producción de cigarros del país, y en él están instalados varias de las más grandes e importantes fábricas.
Es capital del merengue, crisol de culturas: de Alemania el acordeón, de Bélgica el saxofón, de los indios taínos la guira, de África la tambora.
Las restricciones en el horario de ventas de bebidas hasta la media noche en los días entre-semana, hacen que los fines de semana sean los más concurridos en tarantines y en las salas de fiesta.
Había leído algo sobre el Carnaval santiaguero y como sabía que estaban de celebración y que este domingo era el último día, quería conocer cómo se desarrolla aquí, por eso mi gran interés en hacer la primera parada en esta ciudad.
El Carnaval de Santiago es muy particular y diferente de los demás carnavales del país por el uso de sus caretas tradicionales (y modernas) hechas de "papel maché" (mezcla de papel y almidón de tubérculos, como la mandioca o la papa), que fabrican sus vecinos.
Es una combinación entre cuernos de toro curvado hacia arriba (proviene de los días coloniales cuando se simulaban en en las calles de Jacagua, en la festividad de su patrón, lidias de toros en plazas improvisadas), una boca similar a la de un pato, sin labios ni dientes, ancha en la base y redonda en la punta, que dicen simulan la cara de un lechón y el hueco de los ojos en forma de rombo. Su pintura es de colores sólidos y muy brillante. Suele tener uno o más espejitos en la frente. Otros los adornan con mucha imaginación y arte, motivo que enfada mucho a los más puristas.
Los trajes de diferentes colores, muy bien adornados, tienen también una serie de espejitos. A todo el conjunto le llaman "Lechones".
Llevan varias vejigas de tripa de vaca o toro llenas de aire y un fuete (látigo) con el que atizan el suelo o el aire haciendo un colosal ruido. 
Cuentan los mayores que los primeros lechones surgieron como guardianes espontáneos y celosos de las comparsas, siempre delante de ellas, fuete en mano abriéndoles camino, cuidándolas de la enardecida y alegre muchedumbre que se anteponía a su marcha (de igual modo que algunos personajes que pude ver en Haiti), golpeándolas en ocasiones también con sus vejigas secas..
En 1795 ya habían Carnavales durante las fiestas patronales en honor a San Santiago y para el Corpus cuyas manifestaciones provenían desde los días de la colonia española. Al igual que en la ciudad de Santo Domingo, inicialmente el Carnaval se dividía en función de la estratificación social de las clases sociales existentes en Santiago, con bailes y representaciones en clubes privados por parte de los sectores pudientes y en las calles de los barrios populares, particularmente en La Joya y los Pepines, donde surgieron los "Lechones" y los "Pepines" disfrazados con coloridos trajes y atacándose mutuamente, siguiendo una larga tradición de vieja rivalidad entre ellos.
En muchas ocasiones se hacían daño entre ellos mismos creyendo que a quien se les pegaba pertenecía al otro bando. Así pues, para distinguirse surgieron las primeras variantes entre las caretas de los diferentes lechones: los pepineros llevan sus caretas con los chifles (cuernos) lisos, pulidos y enarbolados como los toros de lidias, y los de La Joya decidieron adornarlos con espinas o puyas de cambrón de vistosos colores.
Hoy día constituyen en el país una atracción siempre novedosa por la originalidad de sus líneas, por la técnica de confeccionarlos y por su decoración -aunque tiene algunos detractores por adornar excesivamente sus cuernos-, sin embargo en otras ciudades, como MonteCristi, se conservan las máscaras más primitivas, más toscas y más simples en su artesanía.
A todo esto, hay un concurso artístico anual de adornos de chifles. Se exponen estos días en la Casa de la Cultura junto a los atuendos tradicionales del carnaval santiaguero.
Santiago de los Caballeros es una de las ciudades antillanas donde siempre ha prevalecido un gusto irrefrenable por estas celebraciones carnavalescas. Desde el primer domingo de febrero, un desbordamiento folclórico inunda, como un torrente de alegría, sus calles, parques y paseos. Y se exhiben, como donde saben vivir realmente un Carnaval, los más estrafalarios disfraces populares, de extravagantes y pintorescas confecciones que representan a personajes en su mayoría ficticios, creados por la gran imaginativa del pueblo. Es la fiesta de los santiagueros en la calle sin distingo de clases, ni de posiciones, ni de colores. Aunque en las salas de bailes los porteros no consideren eso!. Los que tienen dinero acuden a fiestas o clubs privados y los menos afortunados se reúnen en las calles, e las mesas de los colmados (tiendas de comestibles) o en los bares, a comer, beber alcohol y oír música a todo volumen.
Tras la Restauración de la República (>1865) urge y se afinca en Santiago el gusto por los bailes de máscaras. Poco a poco enloqueció a las multitudes y las ha echado a las calles todos los años hasta estos días.
Varios días antes del desfile las calles principales desde la Monumental, donde se encuentra el enorme Monumento a los Héroes y la avenida de la Independencia  han sido engalanadas con marquesinas de empresas de bebidas, tarimas, entablados y palcos con sillas para poder ver pasar a los participantes. Hay que tener alguna amistad para conseguir un asiento y observarlos en primera línea.
En él participaron comparsas, muchísimos grupos vestidos de Lechones, Pepines y otros con los trajes más imaginativos, siendo presenciado por gran cantidad de gente en las aceras, pero sin vestir apenas nada alegórico, aunque muchos niños acompañados por sus padres sí que llevaban preciosos trajes. Algunos de ellos obrando sus primeros "fuetazos".
Simpáticos personajes aparecían entre la multitud que desfilaban este año como: el Roba la Gallina, un hombre extremadamente maquillado, vestido con traje de mujer, almohadas o sacos en su escote y amarrados en sus caderas y trasero exagerando las formas, carga un macuto o bolso supuestamente lleno de dulces para arrojar al público, aunque es donde se supone que escondería la gallina robada. 
Por su alto sombrero de copa negro, destacaba el Califé, un personaje vestido de frac negro y camisa blanca. La cara pintada de negro con bordes en los ojos y labios de blanco, en relación al negro africano y la esclavitud. Lleva un bastón y una güira para dar tono y más "sabor" a sus rimas, que grita como "la voz del pueblo" en poesía durante las fiestas para denunciar o criticar situaciones injustas, funcionarios del gobierno corruptos, etc..  Porta también un macuto para guardar los regalos recibidos en sus paradas tras recitar sus versos.
Se Me Muere Rebeca, una madre que retrata a la clase social baja con su hija enferma Rebeca (la representa una muñeca) que no puede pagar los medicamentos y sale a la calle a protestar a gritos como una loca su situación, mientras un coro de niños la sigue esperando que les obsequie con las golosinas que va pidiendo en los colmados y tarantines.
Los Indios, grupos de hombres y mujeres vestidos con el atuendo taíno o caribe, con plumas, arcos, lanzas y el cuerpo pintado.
Los Tiznados, otros grupos que pintan todo el cuerpo con betún y llevan faldas de rafia. Portaban a su "jefe de tribu" en una tarima o poltrona.
Y así muchos más que no tuve tiempo de controlar.
El mismo día en La Vega, famosa por sus Diablos Cojuelos, celebraba su desfile también. Me dio muchísima rabia perdérmelo aunque ya tenía conocimiento que el próximo fin de semana 27 de febrero, día de la Independencia (de Haiti 27/02/1844) y fiesta nacional de la República Dominicana realiza un vistoso y peculiar pasacalle. Así que allí estaré también ese día. Y mientras tanto, aprovecharé para ir unos días al Norte del país y visitar un destino surfero por excelencia como es Cabarete, cerca de Puerto Plata, a pocos kilómetros de Sosua. Si tengo suerte podré surfear sus olas alquilando alguna tabla a los locales de la playa.