21 ene 2015

BONJOUR POTOPRENS!

La llegada al aeropuerto de Fort Lauderndale (Florida) con la excelente compañía aérea Norweian -en vuelo "bajo coste" desde que salí de Lpa, haciendo una escala de 4h,30m. en Londres- se produjo a las 21:30h, pero hasta las 23:00h. no pasamos todo el pasaje el control de pasaporte -tuve que comprar por interné una visa de visita 12$) para poder entrar en EEUU-. En vista que debía estar en la sala de checkin a las 04:00 -el vuelo salía a las 07:13- me pareció oportuno no salir del aeropuerto y pasar esas 5h. sentado leyendo parte de la información que he podido recabar de Haiti, el primer país que voy a visitar.
En principio no tenía previsto quedarme en la capital, Puerto Príncipe, sino seguir en transporte público hasta alguna playa cerca de Jacmel, al sur de la isla, para pasar unos días de relax y planificación en algún hostal playero, pero pensando que en el caso que se produjera algún retraso en la salida del vuelo, ya que al tratarse de Spirit una compañía "Low Cost" podría deparar alguna sorpresa, aproveché que había WIFI abierta conseguí reservar una noche en el hotel 7 Stars (50$/B&B) cerca del aeropuerto. De paso podría aprovechar para ir a algún banco y cambiar los dólares que compré -es la moneda mejor aceptada en Haiti- y porque nó, visitar una ciudad que no tiene buen reclamo por interné, principalmente por muchos cooperantes internacionales que han estado trabajando ahí. Nunca creí que fuera para tanto, por lo cual la curiosidad me ha animado a indagar y comprobarlo insitu.
Tras un desafortunado incidente con la empleada de la compañía aérea Spirit, que maś tarde redactaré, subimos sin demora al avión.
No más de una hora duró el vuelo de Florida a Port Au Prince en un pequeño aparato que no llevaba más de 20 pasajeros. Sobrevolamos primeramente el Norte cerca de Mole Saint-Nicolas, una extensa zona de desérticos montes completamente áridos, con unas pocas carreteras de tierra (el 6 de diciembre de 1492 Cristóbal Colón desembarcó ahí mismo por primera vez en su viaje en lo que él creía ser las Indias), luego Saint-Marc con vistas a la Isla de la Gonave, Jacmel, al sur, y entramos por la bahía de Port Au Prince. Ingenuo de mi creía poder ver desde las alturas restos aún de las consecuencias del terremoto del 2010 , pero no vi nada de ello ya que casi todo ha vuelto a la normalidad en una enorme ciudad que, aunque se encuentra bastante desvencijada, no deja de parecerse a cualquiera del oeste de África. Sólo se diferencia en el color de la tierra.
La llegada al Aeropuerto Internacional Toussaint Louverture se produjo exactamente a la hora indicada. El terremoto ocurrido el 12 de enero de 2.010 lo dejó dramáticamente dañado pero ya está completamente reformado y modernizado. El paso por el control de pasaportes fue rápido tras pagar los 10$ por el derecho a visitar el país durante 3 meses. No hay Oficina de Cambio y el único ATM (Sogebank) se encuentra a la salida pero no funciona.

En la puerta del aeropuerto me esperaba Kash, el gerente del hotel 7 Stars (7 estrellas) para conducirme en coche hasta su establecimiento que se encuentra a pocos minutos, en la calle Delmas 33, ya que en el precio de la habitación se incluye servicio de transporte gratuito.
Algo que me ha llamado mucho la atención son las calles con altos muros que protegen a las viviendas que se encuentran en su interior, como medida de seguridad.
Las habitaciones son amplias, disponen de climatización (el mío se averió al día siguiente), baño interior, televisión que solo coge un programa (el resto apenas se ve), un restaurante, en la planta baja tiene una pequeña piscina con agua turbia (nadie se metió en ella), y varios servicios más como masaje o una pequeña farmacia.
Me he quedado en PaP. dos días, suficiente para hacerme una idea previa y participar en su más que caótica y activa vida.
Aunque podría trasladarme en TapTap (camioneta adaptada para llevar pasajeros) o en Taxi Colectivo, para ser los primeros días presentí que sería muy fácil confundirme o perderme al no entender las rutas y los destinos de los mismos, por lo que preferí hacerlo en Moto-Taxi. Casi todos los TT. tienen su destino impreso en un cartel y el ayudante del conductor grita para avisar a dónde se dirige. Pero como al principio parece algo complicado de entender he preferido la rapidez, y aunque más caro, elegí los MT. como transporte que llevan directamente a donde se le pide, aún así son mucho menos seguro por la endiablada velocidad con la que conducen, que sumado al desordenado tráfico hace sencillo una peligrosa caída de la moto.Por 250 gourdes (1$ = 46,65 gourdes), me desplazaba desde el hotel hasta el centro en menos de 15min.
La gente mayor aún continúan nombrando los precios en dolares haitianos, que ya no existen, porque les cuesta asimilar el Gourde y por consiguiente el nuevo valor de los productos del mercado.
Aún quedan restos del terremoto que hace 5 años asoló a esta parte del país, como fachadas de edificios agrietadas, o colapsados e inhabitados -en algunos de ellos, bajo sus ruinas, muchos comerciantes sitúan sus puestos de ventas-, solares vacíos, o montañas de escombros. El resto continúa siendo reconstruido, aunque la ciudad sigue muy polvorienta. 
Sus fenomenales iglesias, al igual que su extraordinario Palacio Nacional, colapsaron casi enteramente y muchos hoteles no han vuelto a abrir. Sin embargo la vida sigue igual de impetuosa. Cientos y cientos de personas transitan sin parar de un lado a otro. Todos con gran rapidez. Muchos gritan hasta para saludarse, otros simplemente para llamar la atención. Es un continuo ruido entre el griterío de la gente, el sonar de claxon -me recuerda mucho a India-, las obras que están por todas partes. El polvo y el humo del tráfico en suspensión, la suciedad, la basura acumulada casi en montañas (que se quema al atardecer) la hace irrespirable. Vivir en el centro de PaP no es fácil ni recomendable. 
El transporte público de pasajeros se realiza principalmente en vehículos que reciben el nombre de Tap-Tap, constituído por vehículos en toda clase de estado, desde furgonetas Nissan o Toyota, con climatización, -o sin ella-, a rancheras Nissan, Daihatsun... casi nuevas -o en muy malas condiciones-, con la caja trasera adaptada con tablones de madera para sentarse -como sin ellos-, sin techo, donde hay que viajar de pie y embutido -o con techo para protegerse del imperativo sol- y pintadas con dibujos de vivos colores. La mayoría de sus dibujos representan escenas religiosas o frases escritas en el frontal del vehículo como Merci Jesus, Merci L'Eterne, Confiance en Dieu...
Me llamó la atención porqué eso de "TapTap"..., alguien me explicó que es el sonido producto de golpear con la mano la chapa del vehículo para avisar que se quiere bajar, cuando la palabra Messi Chofé (chauffeur/conductor, quiero bajar) no es oída por éste. Lo mismo para arrancar nuevamente: par de golpes -que realiza el segundo de abordo (el cobrador) cuando lo hay-, y adelante... También es el que vocifera el destino final que ya tienen establecido según el recorrido de punto a punto de la ciudad (Kous). Si se viaja ligero se podría ir o venir al aeropuerto realizando varias conexiones de TT. a un precio muy económico.
También hay servicios de guaguas particulares para largo recorrido. Tienen climatización, sillones cómodos y cuestan el doble que los Mini-Buses (furgonetas Toyota o Nissan que realizan recorridos más largos). Aunque si se quiere detener a mitad de camino cuesta el mismo precio que si se hace el trayecto entero.
El MotoTaxi es tan barato que vale la pena evitar caminar a cualquier lado. Los trayectos cortos cuentan 20-25g., y hasta llegar al centro de la capital 200-250g.. Los TapTaps (>5g.) los tramos que ya tienen establecidos.
En PaP pueden llegar a vivir más de dos millones de habitantes aunque dicen que es muy difícil saberlo exactamente porque no hay un censo que así lo confirme, y menos tras el terremoto de 2010 cuando fallecieron posiblemente más de 200.000 personas- y que desplazó a muchísimos vecinos a vivir fuera de la capital. Lo que si sabe es que hay muchos indocumentados debido a la precaria administración haitiana.
Se trata de una gran urbe atravesada por unas cinco calles principales que van de este a oeste y por otras tanta de norte a sur. Son de doble dirección, sin mediana, no muy anchas y concentran casi todo el tráfico de la capital. Las calles más pequeñas parecen un enjambre, muchas de ellas o no tienen salida en algún punto concreto o sirven para cortar camino entre las calles más grandes -pero no para cruzar la ciudad-, que son las que suelen utilizar los Moto-Taxis en sus rapidísimos desplazamientos.
También hay Taxis particulares pero hay que negociar el trayecto (Kous) porque no usan taxímetro.
Pasé todo el día recorriendo a pie los alrededores de lo que fue el Palacio Nacional (ya no queda nada pues el terremoto se encargó de acabar con él y su turbia historia política), Champ de Mars, la  Catedral Episcopal Santa Trinité y la de Notre Dame (completamente agrietadas y colapsadas), el estético Marché de Fer (Mercado de hierro) también destruido por el mismo motivo y reconstruido, y todo el Bulevar J.J. Dessalines hasta el Gran Cementerio de PAP.
Las calles están muy sucias, llenas de basura amontonada, mucha de ellas se quema al atardecer ya que apenas hay servicio de recogida, dejando esta parte de la ciudad completamente congestionada.
Los hoteles en PaP son caros, pero hay varios hostales regentados por agrupaciones de ayuda humanitaria o asociaciones religiosas que pueden tener precios menos caros, pero no económicos. Suelen ser habitaciones compartidas, con baños también compartidos, y están situados cerca del aeropuerto, algo lejos del centro de la ciudad. Tienen que ir al aeropuerto a buscar a los clientes cobrándoles algo más de 20$ (un poco menos que los taxis) porque casi nadie conoce su ubicación. Además suelen estar tras altos muros y sin ningún cartel que lo indique. Tampoco se anuncian por Interné.