El martes la llamada al Perystil con toques de campanilla por parte del Sevité se produjo a las 4:30 de la tarde.
Se trata del más grande de los tambores del culto Rada, mide entre 1,30 y 2 metros de altura. Hecho de madera de Cedro, como casi todos los tambores sagrados, correspondiente al Lwa Asotó Micho, su ceremonia consiste en un repertorio de cantos propios. Ha sido para mi una enorme suerte poder observar esta ceremonia ya que en Haiti desde las campañas anti-vudú (bajo la ocupación americana entre 1916 y 1934) su uso casi desapareció.
Los ounsis se fueron posicionando alrededor del centro del Perystil. Primeramente situaron los tambores frente a los músicos. El Sevité dio unos toques con su vara a ambos Asòtòs, seguidamente los ayudantes los trasladaron al centro, luego el Sevité delimitó la zona de baile alrededor de los tambores marcándolo en el suelo, y repartieron otras varas a los ounsis.
La música y los cantos volvían a resonar y los iniciados comenzaban a dar vueltas alrededor de los Asotos en diferentes desplazamientos tanto para la derecha como para la izquierda, mientras hacían el gesto de golpear con los palos el cuero de los enormes tambores.
El miércoles fue el día reservado sólo para los niños. Hay que seguir creando cantera. Al anochecer en el centro del Perystil se preparó comida y se regalaron una serie de juguetes entre los niños.
Los lanmerales (músicos) eran también muy jóvenes (en todos los lakous suelen haber escuelas de músicos). Los sevités animaban a los pequeños a introducirse en el medio y bailar todos juntos. Así acabó la fiesta infantil.
El jueves no hubo ningún acto y se notaba la retirada de muchos participantes y vendedores. La aldea volvía a estar más tranquila. Las reuniones eran más cordiales y amistosas. Se hablaba de política en muchas ocasiones.
Acabado todo, comenzaron a marchar la poca gente que quedaba. Aproveché para despedirme de la familia que me permitió hospedarme en su casa y tomé un MT. hacia Gonaives nuevamente.
Así, de esta manera algo resumida, he vivido día a día el desarrollo de una de las ceremonias religiosas más antiguas de Haiti. Hubieron muchos detalles que se me escaparon por no entender bien algunas explicaciones. Poca gente habla francés, y el kreyol sigue siendo complicado de aprender para mi, principalmente por falta de tiempo.
Esta vez me he quedado en el hotel Romy Family (1.300g), algo más cerca del centro de la ciudad, aunque el transporte en MotoTaxi (20g) hace muy sencillo el trasladarse de un punto a otro. En el bajo del hotel tienen un sencillo restaurante con una amplia pantalla donde emiten vídeos musicales o los partidos de fútbol más importante de la liga europea, y suelen hacer bailes los fines de semana. Sirven las cervezas Prestiges a 50g.. Cerca hay varios bares-terrazas donde se puede oír música y beber con suma comodidad viendo el que hacer diario de los haitianos por la calle. También hay algunos puestos familiares de comida muy económicos.
Pasaré el fin de semana nuevamente en esta ciudad para descargar las fotos, los vídeos y organizar el siguiente y, posiblemente, último destino en este país.