8 abr 2015

La Semana Santa y el Carnaval Cimarrón

El mismo día que llegué a Pedernales pregunté a los guagüeros si el Viernes Santo funcionaría normalmente el servicio de transporte y me dijeron que no tendría problema alguno porque habrían guaguas hacia Barahona y Sto. Domingo.
Cuando acudí el viernes a la Parada sobre las 9 de la mañana para confirmar la hora de salida de la siguiente guagua de vuelta a Barahona no había ninguna en ese momento y varios guagüeros me comentaron que no había transporte por tratarse de un día feriado (festivo) que nadie trabaja!. No me lo podía creer. Nuevamente volvía a encontrarme en una situación que me recordaba a otras bastante parecidas en otros viajes: las informaciones erróneas/contradictorias de la gente!
Supuestamente, al menos desde Sto. Domingo, debería de llegar alguna si aparecieran los suficientes pasajeros como para "arrancar" la guagua. Y lo mismo sucedería en Pedernales, que retornaría si se llenase.
Pero como todo el mundo aquí habla mucha "mielda" no tuve mas remedio que acudir en varias ocasiones durante par de horas para controlar in situ si había llegado alguna. De suerte que la Parada está a 200mts. donde me había hospedado, ya que no me apetecía nada estar sentado ahí solo pasando calor.
Al final sí que aparecerían varias guaguas, así que a las 11:30 salimos casi llenos porque muchos pasajeros fueron llegando unos 30 minutos antes de la salida de ésta. Sí había transporte, como todos los años aunque menos que otros días, y los vecinos lo sabían!
Costumbres!
Nada más salir nos detuvimos en el edificio del Ejercito Nacional (Fortaleza de Barahona) para pasar el control de pasajeros (inmigración y contrabando, entre otros objetivos). Varios haitianos tuvieron que sacar sus pertenencias y quedarse allí retenidos por no tener la documentación en orden, según el oficial que nos controló a todos.
Nuevamente de vuelta pasamos por los diferentes poblados turísticos locales como Los Patos, Paraíso, San Rafael, Bahoruco... donde se encuentran las playas -de piedras- y balnearios públicos (correntias de ríos con pequeñas piscinas artificiales para bañarse) en los que se puede dejar los vehículos "parqueados" con comodidad y cercanía. Estos días feriados se amontonan los dominicanos como "abejas en un panal" disfrutando -a su manera- de esos atestados lugares con diferentes músicas bailonas a atronador volumen y mucho alcohol.
Y voilà, durante el trayecto pude ver pasar muchas guaguas con pasajeros hacia Pedernales y otras localidades.
Una vez llegado a Barahona, me dirigí a la Parada de los minibuses que van a Cabral. En esta ocasión la ciudad estaba totalmente tranquila, sin tráfico ni ruido de claxon. 
Me resultó llamativo que siendo Viernes Santo, muchos Pica-Pollos estuvieran abiertos vendiendo pollo!. Carne en Semana Santa? Vaya sorpresa!. Unos pocos puestos del mercado también estaban trabajando, y eran vendedoras bastante mayores. Se quejaban que ese día no habían vendido como otros años. Me llamaba la atención igualmente oír música que provenía de algunos comercios también abiertos y de coches que pasaban -supongo que con dirección a alguna playa- repletos de gente. Ya no se guarda la estricta tradición del "santo silencio" en un día tan señalado para las comunidades cristianas del país. Había leído que R.D. es un país muy cristiano, que se abstenían de comer carne en este día y todos respetaban el silencio, pero he visto que ya nada de esto sucede, al menos por donde he pasado.
Una vez instalado en mi habitación del hotel K'Nero (700P) en Cabral, que ya tenía rservada,  salí en busca primeramente de información a cerca de la programación del fin de semana y nuevamente tuve la suerte de encontrarme con alguien importante en la celebración del Carnaval Cimarrón de esta comunidad (que data desde la época de la colonia), encargado de Cultura del Cabildo Municipal y representante de las Cachúas de Cabral, el Dr. Leónidas Temistocles Feliz (Temito, como le gusta que le llamen).
Pertenece a una de las familias más ligadas tradicionalmente a la cultura y al Carnaval cabraleño. Junto a su hijo y algún sobrino tiene también un taller de caretas y fuetes (látigos) de Las Cachúas donde imparte técnicas para su fabricación a los más pequeños para que la tradición florezca y se mantenga viva en el tiempo. Estuvimos charlando detenidamente acerca de esta celebración. Durante estos días ha montado un puesto de artesanía cachúa (caretas y fuetes) frente a su casa y me mostró como él las fabrica.
Las caretas y ropaje cachúa tiene mucho que ver con las de los Diablos Cojuelos, muy común en los diferentes carnavales dominicanos. La vestimenta tradicional en Cabral se compone de:
una careta con dos cachos (cuernos) en la parte superior, realizada completamente con papel maché, moldeada previamente en barro o escayola al que se le va pegando con almidón (harina de trigo) trozos de papel en múltiples capas hasta darle el grosor y la forma de la figura ideada (cara de animal, ave, diablo...), expuesta al sol durante unos días para su correcto secado, acabada con una última capa de papel crepé de colores intensos y barnizada finalmente para darle brillo y protegerla. Algunas están adornadas con muchas tiras de papel vejiga de colores simulando una larga cabellera.
Como arma amenazante, un fuete (látigo) hecho de cuerda trenzada (sisal o cabuya) y teñido en diferentes colores, fijada a un palo. Llega a adquirir un papel central en la celebración.
El traje está confeccionado con recortes de telas, de una sola pieza (overol) cubriendo todo el cuerpo, con una especie de alas de murciélago a los lados que se abren al levantar los brazos (representa a los cazadores de esclavos que "como espíritus del mal, actuaban en la oscuridad de la noche en el tiempo de la insurrección, en la guerra de liberación"). De la parte trasera cuelga una capa de color que representa a su grupo o banda preferida -blanca, negra, azul o malva- con una cruz negra (o de otro color en algunos casos). No son vistosos ni costosos, pero sí originales. 
El significado de esta indumentaria tiene muchas interpretaciones y los estudiosos no se ponen de acuerdo. Con lo único que coinciden es que el látigo simboliza la libertad de los esclavos frente a los escarmientos que les infligían los amos con su uso. Si su origen fue para controlar a los animales grandes, con la llegada de esclavos sería principalmente para castigarles. Desde sus inicios las cachúas han simbolizado el miedo y el terror. Son la encarnación de la "tensión entre la libertad y la esclavitud", son diablos armados que representan al esclavista y al colonizador. 
Lo cierto es que una vez comenzada la revolución y logrado liberarse de los blancos, los esclavos persiguieron y asesinaron a sus amos, quemaron los campos de cultivos y se quedaron con sus tierras, unas tierras que sólo ellos con su sudor, su sangre y sus vidas habían conseguido hacerla próspera y por ende enriquecer descomunalmente a sus dueños (y a Francia, y a España...).
El látigo en las manos de las cachúas y los civiles son, a la vez, signo de explotación, sumisión y resistencia. En este sentido, las cachúas no sólo encarnan el espíritu demoníaco del dueño de los esclavos y representan a los rebeldes, sino que también son diablos sufridores heridos por el peso de las acciones de esos otros demonios o "esclavos leales" que obtenían su libertad al capturar esclavos fugitivos y por ayudar al maestro a castigarles.
Así mismo, los diablos cojuelos (cojos) representan a aquellos abusados por el colonizador. 
En Cabral, el uso del disfraz de las Cachúas se pierde en la memoria aunque, con características similares, ha sufrido importantes cambios debido a la influencia de los religiosos. Estos sencillos disfraces y máscaras artesanales no son cuidadosamente elaboradas como ocurre en otros carnavales. Cada cual consigue hacer su propia máscara y su propio disfraz. Para algunos es suficiente un trozo de tela al que le hace tres agujeros donde sobresaldrá sus pupilas y la boca. Otros, como en Haiti, con viejas indumentarias disfrutan tanto o más que aquellos que llevan vistosos y coloridos disfraces (que los hay!). La gente se integra, tanto los que participan como los que no quieren vestirse -que son la gran mayoría- y que prefieren observar los acontecimientos al borde de la acera, o en las puertas de sus casas. 
El disfrazado se transforma con su rostro tapado, siente que el aura se centra en él, la música la hace suya, penetra en sus sentidos, va bailando con alegría y disfruta de su momento. Con el rostro tapado hace lo que no hacía, es parte de él, de su ritual, de su vida y le produce sensación de poder con el fuete
También se celebra en otras comunidades de la provincia pero no son tan resonados como éste. Las Cachúas del Cabral ha sido declarado Patrimonio Folclórico de la Nación dominicana  por la Cámara de Diputados de la República Dominicana.
La celebración del Carnaval Cimarrón no tiene un significado comercial, ni atractivo turístico, ni es estético, pero la gente de todas las edades participa de manera entusiasta y disfruta a su manera de la celebración. Aunque en muchas ocasiones los encuentros llegan a ser bastante violentos entre los diferentes grupos que dirimen sus diferencias a golpes de fuetes.
La fiesta no es sólo baile. La gastronomía de este pueblo es riquísima, desde el pan de mijo (Arepa), Habichuelas con dulce, la Viejaca (Tilapia) frita con coco o salcochada (sancochada), el Mango pechito, la Caña negrita, el dulce de coco..., así como litros y litros de cerveza Presidente y ron Brugal!.
Cabral es un pueblo rodeado de excelente producción agrícola donde se da muy bien la Auyama, la BatataCaña de azúcar, Frijoles, Guineos, Maíz, Yuca, Coco, Mango, Melon, entre otros.
En Viernes Santo hasta las doce de la noche los bares y colmados no pueden poner música, así que todos nos reunimos en la Plaza Central (Parque de los Trinitarios) bebiendo y comiendo en los puestos callejeros hasta que llegara el momento del jolgorio.
Como todos los años los niños, que son los primeros en lanzarse a las calles a partir de las 12 de la noche látigo en mano, permitieron que fuera Temito el que diera el primer "fuetazo" para dar apertura al evento folclórico cultural más emblemático del pueblo de Cabral y de la región suroeste.
A las doce en punto sonaba el foetazo oficial, preludio de la gran invasión de Cachúas por las calles del pueblo y la música comenzaba a "atronar" por los aledaños de la plaza. Los niños, los más entusiastas, y los mayores comenzaban a dar fuetazos por las calles. Hay que estar atento porque quien no esté vestido podría recibirlo en los tobillos. Muchos se enfrentan en una amistosa batalla para ver quien es más técnico en ese tradicional ejercicio. Es imprescindible tener buena práctica para "repiquear" con el látigo ya que es fácil hacerse daño así mismo. En algunas luchas han habido lesiones oculares incluso con pérdida del mismo.
A primera hora de la mañana del Sábado Santo se veía nuevamente a niños y mayores exhibiendo sus cualidades y haciendo tremenda bulla con los fuetes a través de las calles. La plaza central se convertiría en centro de los encuentros. A medio día, las cachúas salen a buscar "civiles" (los que no están vestidos con máscara pero tienen también un látigo) y a otras cachúas para darse fuetazos o para puntear (pelear a latigazos). Muchos demuestran su valentía exponiendo sus cuerpos a los latigazos, aguantando el dolor con indiferencia. Se golpean los tobillos, muslos, traseros y espalda. Nunca en la cara ni en la cabeza. Hay unas normas establecidas de respeto a la forma de puntear. Y se mantiene.
Durante la tarde se desarrolló el desfile por la calle principal hasta la Plaza donde estaba instalado el escenario, aunque en esta ocasión, según los vecinos, participaron menos grupos que otros años. Acudieron varias Comparsas, los Pintaos, Diablos Cojuelos, Cachúas, Indios, Monos de Simonico, la Roba Gallinas...
Fue más de lo mismo, como todos los pasacalles del Carnaval del país, salvo que los diferentes grupos de jóvenes pertenecientes a distintos barrios se enfrentaron a violentos foetazos. En Cabral hay cuatro bandas principales y se reconocen por el color de sus capas. Blancas, Negras, Azules y Malvas. Como consecuencia de un fallecido hace meses, la banda Negra, la más violenta por poseer pistolas que las consiguen algunos agentes de policías que militan en ella, se le ha prohibido la participación este año en la fiesta.
Corrieron unos tras otros para darse bien fuerte. Aunque en ningún momento llegaron a las manos porque sus normas de lucha en todo momento las respetan.
He podido observar a varios vecinos que tienen cicatrices en la cara y a algunos le falta algún ojo. Es el peligro que esto conlleva. Las violentas luchas que suelen darse en muchas ocasiones producen heridas abiertas. La revancha está a la orden. Otros años se han lanzado hasta piedras!.
Hay muy pocas mujeres en las bandas pero ellas también dan fuerte y tienen estilo con el fuete.
El jolgorio en la calle duró hasta bien entrada la noche. Conciertos y actuaciones en el escenario, Djs., la música de los bares, varios vehículos aparcados junto a la plaza con los altavoces sobre el techo -que casi siempre superaban los decibelios de los locales de bebidas- o la discoteca D'Rumba que se encuentra frente a la plaza funcionaron y animaron muy bien a la gran cantidad de gente que por allí nos encontrábamos.
El domingo de Resurrección, las cachúas, fuete en mano, se enfrentan con otras cachúas y nuevamente con "los civiles" que, vestidos con ropa de calle, representan las energías negativas. 
A medio día se notaba menos gente por las calles ya que muchos desde por la mañana habían comenzado a retornar en guaguas a sus residencias. El resto de paisanos, los que querían disfrutar del excelente tiempo, se acercaron a la represita o a uno de los ríos que por este pueblo pasa. Agua refrescante, sol, cerveza y baile en los colmados.
Por la noche nuevamente, aunque ya con menos gente, nos reunimos en la plaza a escuchar música, pasear alrededor y comer en los puestos callejeros que allí estaban instalados para estas fiestas. Las luchas a fuetazos continuó hasta muy tarde.
El lunes, el día grande, comenzaba con el tradicional encuentro de todos los participantes. Sonidos estridentes por todo el pueblo, causado por los latigazos, se dirigieron hacia la plaza donde se encontraba Primo, el muñeco de paja vestido de Cachúa encaramado sobre un obelisco, para desde allí comenzar el pasacalle. Éste representa a Judas, una vez que la iglesia transformó la antigua costumbre de flagelar al muñeco que representaba al colono blanco y sustituirla por el apóstol traidor que reveló a los miembros del Sanedrín el lugar donde podían capturar a Jesús durante la última cena.
Una vez bajada la figura y aupada sobre los hombros de uno de los participantes comenzaron a desfilar en procesión por todo el pueblo, visitando los diferentes barrios que lo componen. Se pararon en el campo de béisbol para invitar a la "banda negra" a un encuentro de bandas y público en general. Fuetazos al aire para limar asperezas, pero inmediatamente éstas se retiraron por tener prohibida su participación este año en el desfile.
La marcha continuó hasta el cementerio municipal donde, como todos los años, subidos encima de las tumbas comenzaron a dar fuetazos al aire en honor a las cachúas fallecidas. Tras un pequeño discurso de Temito recordando la historia de las Cachúas de Cabral, allí mismo quemaron al "Judas", ante la atenta mirada de todos los que nos encontrábamos observando el evento, mientras parte de los vecinos gritaban: "Juá, Juá, Juá, eh, lo mataron por "calié". En ese momento lo arrastraron hacia la calle y continuaron a fuetazos hasta destrozarlo.
El significado del muñeco apaleado y quemado dicen que se remonta a tiempos de la liberación de los esclavos cuando se golpeaba tradicionalmente la figura del "colono" como evocación de aquella heroicidad. Pero la transformación por un "Judas" ha podido ser otro de los cambios torticeros realizado por los religiosos de la época, al ser algo humillante en aquel momento para el recuerdo de los blancos.
La figura de Judas o el Calié, es un espía y chivato que representa al colonizador blanco y al negro o mulato traidor, no sólo durante la esclavitud sino también durante los tiempos del gobernante republicano R. Leónidas Trujillo (1930-1961), cuando "calié" se utilizaba para definir al "chivato" a su servicio durante la dictadura (en Cuba se usa también para señalarlos). Hoy día esta "Quema del Judas" conmemora el triunfo de la vida sobre la muerte, del pueblo sobre el tirano, de la injusticia sobre la opresión.
El punto final de la celebración lo pusieron a las 8 de la noche dos de las bandas cuando todos regresamos a la plaza. Habían pedido a Temito un enfrentamiento a fuetazos de cuatro contra cuatro. La lucha fue tan violenta que, como era de esperar, terminaron las dos bandas completa peleando en medio de la plaza. Actuó la policía nacional como tenían preparado y esperando cualquier mínimo enfrentamiento multitudinario para tirar sus caducados y deteriorados botes de pimienta y disparar balas al aire como tan acostumbrados están. Ya desde la tarde algunos policías estaban introduciendo pimienta en botellas de plástico de refrescos presto y dispuestos para apretar el envase, como en algún momento sucedió en medio de las calles, con o sin intención, pero afectando a algunos viandantes que estaban esperando que pasara el desfile.
Todos huimos de la plaza ya que lanzaron tres botes de pimienta sin tener en cuenta que había más de dos mil personas reunidas disfrutando del evento. Mayores y pequeños, incluso recién nacidos en brazos. No les importó lanzarlas. La pimienta circuló como consecuencia del viento más de un kilómetro a través de las calles del pueblo, afectando también a muchos otros vecinos que estaban en sus casas tranquilamente.
La policía nacional dominicana, muy influenciada por las series americanas de "policías y ladrones", no se cortan en este país a la hora de maltratar a los ciudadanos, sean o no partícipes de actos punibles. Incultos la gran mayoría, su chulería es mayor cuanto más grande es el tamaño de sus pectorales.
Lo que han querido ignorar (negar, borrar) con esta acción es la realidad de la historia pasada del pueblo dominicano. Muchos de estos "desteñidos" que viven en este país se avergüenzan de su pasado y de su color. Por que como dijo el líder independentista Pedro Albizu Campos, "el que no está orgulloso de su origen no valdrá nunca nada porque empieza por despreciarse a sí mismo".
Ese juego violento de las cachúas, en su nivel más profundo, no sólo es una "dramatización" de la violencia generada por otros sobre ellos, sino también la violencia generada por sus similares. Por lo tanto, en este juego no sólo está presente esta celebración festiva sino también el despliegue de un trauma sin resolver.
Igual de sorprendente fue dos días antes los disparos de la policía en la calle, en medio de la multitud, a un sospechoso que venía siguiendo por la carretera. La espantada fue tan peligrosa como el acto policial. El individuo se les escapó, pero las balas policiales pasaron en medio de todos nosotros.
En una hora la plaza quedó absolutamente vacía y la policía se retiró “a gusto” a sus cuarteles. Habían cumplido el mandato de algún canchanchan con poder (posiblemente político). La fiesta concluyó. Algunos se quedaron sentados en la plaza bebiendo ron y cervezas al ritmo musical de los altavoces de uno de los coches, pero ya no era lo mismo. Con los bares y colmados vacíos, puestos de comida cerrados y, que casualidad, las farolas apagadas, poco se podía hacer en la calle. Un adiós a los que quedaban y un hasta la próxima -que por mi parte no habrá-.
Aunque aconsejo asistir a cualquiera de los carnavales dominicanos, sí que los invito abiertamente al Carnaval de las Islas Canarias, que visto lo visto puedo asegurar que hoy por hoy los canarios tenemos los mejores Carnavales del Mundo!.
No sólo he disfrutado estos días en el centro del pueblo de su entorno, su ambiente y su buena gente, muy cerca se encuentra la represita donde muchos vecinos van a bañarse y tomar cervezas en los dos colmados que allí se encuentran. También La Fuente, la Furnia, Yaque del norte, Cachón pipo, Canal Maestro, Isabela, Fiquimbo, entre otros ríos. 
La Laguna del Rincón, el Lago Enriquillo o la Laguna de Oviedo son otros lugares a los que hay que acceder en vehículo para pasar el día disfrutando de paseos en barcas, de su flora y de su fauna.