Desde Mirebalais a Cap
Haitien no hay transporte directo.
Los MiniBuses que vienen de Puerto Príncipe atraviesan la ciudad y continúan hacia CH. ya que es muy raro que alguien baje y deje libre una
plaza para que otro pasajero siga el trayecto.
Así pues, tuve que coger un MotoTaxi "compartido" (250g.), es decir, ir con otro pasajero más!. Tres montados en moto y mis mochilas por
la Nacional 3, que se encuentra en esta parte del país en buen estado, hasta Hinche (90Kms.).
El paisaje es espectacular en el momento que la carretera
serpentea ascendiendo en altura desde la represa del hermoso embalse Péligre -creado al final de 1950 para la construcción de una central
hidroeléctrica- hasta la Meseta
Central donde la espesa vegetación
salvaje crece lejos de la mano y de la destrucción del haitiano. El olor a campo y
el limpio ambiente es extraordinario nada más salir de cualquier núcleo urbano.
Otras zonas, por el contrario, sí que están totalmente esquilmada y apenas
quedan algunos árboles. Muchos venden enormes bolsas de carbón al borde de la
carretera. Al ser época seca poca agua corre por los ríos que atraviesa la
carretera. Allí siempre se ven mujeres lavando la ropa en sus orillas.
Hinche me
pareció otra ruidosa ciudad como todas aunque también tiene su lado atractivo de
casas de madera, o de ladrillos, con techos corrugados de metal y calles
adoquinadas bastante limpias donde sus vecinos se reúnen en la puertas de sus
casas a charlar o arreglarse el pelo. Una enorme catedral de blanco deslumbrante
la preside.
Tan sólo disponía de un día para hacer la visita ya que perdí otros dos
por culpa de las diversas manifestaciones que hubieron en Puerto
Príncipe teniendo que esperar en Jacmel que concluyeran y dejaran libre el tráfico de vehículos, pero ya me parecía un poco
agobiante volver a contactar con cierta prisa con otro MT. para realizar la incursión con prisas.
Tras conocer que Cap Haitien tan sólo se encuentra a tres o cuatro horas, y viendo que no era aún las 10 de la mañana, decidí continuar hasta allí y ya con más tranquilidad prepararme para controlar los días previo al despliegue de su particular Kanaval National, que está al caer esta misma semana.
Tras conocer que Cap Haitien tan sólo se encuentra a tres o cuatro horas, y viendo que no era aún las 10 de la mañana, decidí continuar hasta allí y ya con más tranquilidad prepararme para controlar los días previo al despliegue de su particular Kanaval National, que está al caer esta misma semana.
Desde Hinche el único transporte en condiciones aceptable es el TapTap, una Camionet tipo ranchera 4x4, pero hay que esperar que se llene para
que salgan. La que me tocó subir estaba en muy mal estado. Junto al puente del río Guayamouco se encuentra la parada y durante casi tres horas tuve que esperar que se fuera llenando lentamente,
mas otras tres horas y media de trayecto por una carretera (o camino) de piedra
y tierra en muy mal estado, a una velocidad media de 30km/h..
Comenzamos a través de paisajes llanos cambiantes en el
mismo corazón de una tierra seca en contraste con atractivas colinas empinadas
repleta de vegetación. Varios polvorientos poblados al margen de una carretera
agrietada, llena de piedras y baches indica el continuo tráfico que circula por
ahí. El paisaje se va haciendo cada vez más bello según se va atravesando sus
altos montes y profundos barrancos. Nunca pude imaginar que pudiera haber tanto
bosque tropical en esta parte de la isla, hasta que llegamos atardeciendo a la
entrada de Cap Haitien. Enseguida da a entrever qué se puede uno
encontrar aquí.
Resguardada entre altos montes, una bahía muy sucia y vetustos edificios, las calles se dividen como si fueran cuadrículas. Las paralelas al mar se designan por letras y las trasversales por números, herencia americana cuando en 1915 la invadieron y controlaron durante años, ya que no podían pronunciar sus nombres en francés.
Resguardada entre altos montes, una bahía muy sucia y vetustos edificios, las calles se dividen como si fueran cuadrículas. Las paralelas al mar se designan por letras y las trasversales por números, herencia americana cuando en 1915 la invadieron y controlaron durante años, ya que no podían pronunciar sus nombres en francés.
Originalmente fundada y diseñada por los franceses, se la podía considerar como "el París de las Antillas". Durante esa época colonial fue una próspera ciudad
caribeña y aunque su grandioso esplendor decayó hace mucho tiempo aún mantiene
una muy relajada atmósfera.
Me quedo en el vetusto hotel Akensa Plaza. La
entrada da tremenda grima pero una vez que se accede a la tercera planta donde
están las mejores habitaciones todo cambia. En el recibidor tienen escrito en una hoja pegada con fixo en la pared "50$ una persona o 60$ dos". Pude conseguir la habitación en 35$ al
asegurarles que me quedaría varias noches. La habitación, en la tercera planta, está junto a una gran
terraza que, aunque no se llega a ver la calle plenamente, tiene unas vistas plenas a
los montes (la mayoría desmesuradamente poblados de infraviviendas sin encalar ni pintar -bidonvilles-), a los tejados de las casas y algo de mar porque se
encuentra cerca del muelle. Tiene baño interior, una Tv que sólo se ven dos
canales, y ambos muy mal sintonizados, y climatización. Es limpia y amplia. En África no costaría ni 10$ la
noche, pero esto
es lo que hay en este país.
Un paseo por sus calles ya me indicaba lo que me podría
encontrar: principalmente seguridad!, ya que siempre hay gente muy amable
sentada en las puertas de sus casas y jóvenes jugando a la pelota o reunidos en
las aceras, vendedores ambulantes que anuncian sus productos a gritos o señoras
vendiendo comida para llevar en las puertas de sus casas, diferentes músicas que salen de
cualquier vivienda o negocio. Esta parte de la ciudad me recuerda mucho al barrio viejo de La Habana. Afortunadamente el servicio de recogida de basura, que aunque es escaso, mantiene la ciudad algo más limpia de lo que es normal en este país.
A pesar de su poca iluminación y que algunas calles tienen incluso alcantarillas sin tapas, me
encuentro entre una agradable selección de arquitectura de mitad del s.XIX donde
destacan edificios comerciales con altos corredores que ofrecien bastante sombra,
puertas y ventanas alargadas, con las primeras plantas diseñadas para ser
residencial donde destacan amplios y decorados balcones.
Cerca un muy animado y bullicioso Marché
de Fer, inspirado en el de Puerto Príncipe, es el centro de la actividad comercial y donde parece que hay más vida en los puestos
instalados fuera que en los de dentro.
Al otro lado del barrio, una extraordinaria Catedral (Notre Dame) en la que destaca sus enormes cúpulas -que puedo ver desde mi habitación-, con una amplia plaza central (Place d'Armes) en la cual, en 1793, se anunció la proclamación de la emancipación de los esclavos haitianos.
Varios escenarios se han montando para el Carnaval en sus principales calles.
Al otro lado del barrio, una extraordinaria Catedral (Notre Dame) en la que destaca sus enormes cúpulas -que puedo ver desde mi habitación-, con una amplia plaza central (Place d'Armes) en la cual, en 1793, se anunció la proclamación de la emancipación de los esclavos haitianos.
Varios escenarios se han montando para el Carnaval en sus principales calles.
El Bulevar del Mar con alineados cocotero recorre desde
el puerto parte de su playa que ha sido comida por escombros y un pequeño malecón donde sólo rompen las
olas hasta la terraza del hotel Jardins d'Ocean. Varios pequeños hoteles se han instalado también allí. Es una lástima pues podría estar todo en mejor estado ya que es un espacio atrayente y muchos residentes lo utilizan para pasear o hacer deporte. Hay algunas salas de fiestas y bares que suelen tener algo de animación, principalmente en horas nocturnas, pero más ahora en Carnaval que celebran conciertos. He pasado una semana en esta ciudad que es relativamente grande pero muy sencillo desenvolverse en ella.
En Au Kap (Cap Haitien) también hay un Carnaval importante y estas fechas son la mejores
del "Karnaval Nasyonal" para disfrutar de él. El viernes, el
domingo y el lunes se celebraron diversos pasacalles. Muchas agrupaciones
participaron desfilando por sus principales calles, al borde de las aceras se iban
sumando los vecinos y según pasaban su banda Rara favorita se unían a la comitiva.
Enormes vehículos con música en vivo animaban también a sumarse al mogollón.
El viernes se llevó a cabo un primer gran desfile de grupos (defilé) bastante bien vestidos, muchas máscaras y pinturas. Aunque al
comienzo la dirección fue un caos -no se ponían de acuerdo para distribuir a
los grupos-, los participantes se lo tomaban con cierta paciencia -algo que
siempre falta en Haiti-, a pesar de que algunos descerebrados pretendían traspasar el desfile con sus vehículos, o que
se apartaran "por sus cojones" porque no querían hacer un rodeo o
esperar que avanzara el desfile. Y eso sucedía fijo en todos los puntos del
recorrido. Son muy brutitos algunos.
Los curiosos se fueron sumando poco a poco y ya anocheciendo
una gran multitud seguía a las bandas Raras bailando y cantando sus melodías
hasta la Place d 'Armes,
donde había instalado un escenario y allí todo concluía. Muy cerca, la música de un bar que tenía mesas y sillas en la calle animaba a todos a bailar mientras no paraba de vender cervezas bien frías. Muchos siguieron bailando hasta las tantas y otros simplemente
paseando y comiendo en los puestos callejeros junto a la Catedral.
El domingo y el lunes hubo pasacalle pero menos participativo. Lo que estuvo siempre muy animado fueron los escenarios instalados en las calles adyacentes a la catedral. El dela Plaza fue el más animado,
con música hasta muy tarde.
El domingo y el lunes hubo pasacalle pero menos participativo. Lo que estuvo siempre muy animado fueron los escenarios instalados en las calles adyacentes a la catedral. El de
El martes estaban todos llamados a hacer una vigilia con
velas y vestidos de blanco en todo el país. Aunque no fue en Cap muy
participativo, en la televisión se podía ver en directo la enorme multitud de gente que en PaP. se unió a la triste manifestación.
La entrada al complejo está al otro lado junto a las montañas. Hay
que pagar 5$ o 225g. para tener derecho a ver ambas
edificaciones. Se compone del Palacio
Sans-Souci y la Citadelle Laferriere -con las edificaciones de Ramiers-.
El primer lugar al que se accede es el Palacio,
residencia real del rey Enrique I (más conocido como Henri Christophe, ex-esclavo y líder
clave durante la rebelión de los esclavos haitianos contra los franceses), que
se autoproclamó rey -negro- de la isla, al conquistar Haiti su
independencia convirtiéndose en la primera república negra -libre- en la
historia de las naciones.
Una ineludible visita en esta parte del país es al Parque Histórico Nacional "El
Palacio Sans-Souci y Ciudadela Laferriere", enclavados en Milot, un poblado en las faldas de unos
hermosos montes y considerado por los haitianos como la octava maravilla del
mundo.
Milot se
encuentra a media hora en MT (150g.) o una hora en TT (20g.)..
La carretera está en buenas condiciones, el pueblo es pequeño y algo coqueto,
con filas de casas humildes -algunas en muy buenas condiciones- y casas de chapas
a lo largo del par de calles que la atraviesa.
Su construcción comenzó en 1810 y concluyó en 1813. Todo lo que queda son partes de altos muros de ladrillos de
terracota rojos con sus relieves y columnas dóricas falsas, habitáculos
derruidos y escaleras hasta la primera planta. El edificio está si techos. El
suelo erosionado por la vegetación, las cabras y los niños. Los canales de agua
que descienden de la montaña aún siguen ahí. Pasaban por debajo de la
estructura haciendo la función de climatización.
El acceso a la fortaleza es mediante un camino de piedra
bien conservado. Se puede ir en caballo, en MT.
o a pie, como hice yo (2h,30m.). Los menos deportistas pasan de caminar
y prefieren la moto, o el caballo que están en bastante malas condiciones y
cuando llueve se resbalan. Por ello utilizan dos guías, el dueño que tira de él
y el acompañante que desde la parte trasera arenga al cuadrúpedo a caminar.
Se pasa por varios conjuntos de viviendas casi escondidas
entre la verde vegetación donde es posible comprar agua y se llega al "Segundo
Parking", donde se encuentra el poblado Choiseul. Allí otra oficina controla
los tickets de acceso, los vecinos venden bebidas y hacen de comer. Buen sitio
para descansar tras la caminata, dicho sea de paso. De suerte que el día estuvo
nublado y no hizo mucho calor. Desde ahí hasta la Citadelle es 10min. más a pie.
La Citadelle (o Fortaleza
Sans-Sousi) es la más grande del hemisferio occidental y fue mandada
construir tambien por Henri Christophe entre 1805 y 1820 sin llegar a terminarse debido a su
suicidio.
En su desproporciona y delirante super-estructura de piedra
llegaron a trabajar hasta 20.000 trabajadores esclavos libres cargando enormes
bloques de piedra de las colinas cercanas y cimentados, dicen, con una mezcla
de cal y sangre de buey.
La ciudadela estaba destinada a repeler cualquier nuevo
intento de invasión francesa. El enemigo nunca regresó. Más de 200 cañones apuntando en galerías de defensa hacia los
cuatro puntos cardinales se mantuvo en silencio toda la vida.
Laferriere es
una ciudad laberinto construida "entre el cielo y la tierra"
( 900 mt.) para ser inexpugnable, con sus dos únicos puntos de
entrada en un área de 8.000m2. Disponía de una guarnición con capacidad para
miles de soldados distribuidos en 6 plantas. Los techos estaban diseñados para
recoger el agua de lluvia para el caso de asedio enemigo.
Paradógicamente, su dictatorial reinado (para muchos)
reprodujo el patrón de los colonos blancos que acababan de ser expulsados Haiti, -se basaba en una nueva nobleza
(élite negra) conquistada por los esclavos con un sistema semi-feudal, con
asignación de tierras- lo que provocó que se le sublevaran, terminando
pegándose un tiro en la cabeza (1820).
Ahí quedó su obra, abandonada con el paso del tiempo tras un
temblor de tierra en 1843 dejándolo en un estado precario. La
vuelta la hice en TT. (20g./1h.).